Importancia de la conexión Madre

Conexión es la unión que se establece entre dos o más personas para que entre ellas haya una relación o comunicación.
El estar conectado con tú hijo, te permite entenderlo y comunicarte con él o ella a otro nivel, aunque sea muy diferente a ti, con el esfuerzo suficiente se puede lograr esa conexión, que es de corazón a corazón y va mucho más allá de las palabras.

El bebé no habla, pero una mamá bien conectada puede interpretar su necesidad, traducirla y atenderla.
A pesar de que a veces podemos sentir que las cosas no son tan fáciles y naturales, para ser una madre suficientemente buena, no es necesario ser una madre perfecta. Todos tenemos fortalezas y debilidades y aún y con nuestras limitaciones, se puede lograr con esfuerzo y con algo que es clave, el apoyo y ayuda de la figura paterna.

Es importante destacar el rol del padre en este período, ocupándose de la realidad externa en beneficio de la mujer, de modo que por algún tiempo resulta seguro para ella volcarse hacia sí misma y su bebé. Ayuda a la madre, preservando la diada madre-infante, y le aporta sentimientos de amor y seguridad, que ella puede retransmitir a su hijo.

Estar seguros del apoyo incondicional de sus padres, brinda seguridad. Cuando las figuras parentales, no han superado sus propios conflictos el amor y atención que le brindan a sus hijos puede estar condicionado, y el niño de esta manera aprende a anteponer las necesidades de sus padres a las suyas propias, por lo que los hijos no logran ser ellos mismos, tener un self verdero y estar conectados consigo mismos.

En estos casos se recomienda que las madres (o figuras parentales), puedan revisar en un contexto terapéutico, de confianza y libertad sus propias historias de vida y crianza para liberarse de estos temas que pudieran estar arrastrando y así poder estar más seguras en sus tareas como madres.
Otro tema importante es el de la separación-individuación, la teoría psicológica que habla de esta etapa, nos explica que se da aproximadamente entre los 18 meses y los 3 años. De acuerdo a Mahler, un niño sano la mayoría del tiempo da por sentada la presencia emocional de su madre. Sus sentimientos con respecto a su propia autorepresentación como valiosa y positiva derivan en parte de la introyección durante esta fase de las actitudes positivas de la madre hacia él.

El bebé se va separando físicamente de su madre, buscando progresivamente una mayor independencia, por lo que es importante en esta época, que él sepa que cuando vuelva corriendo la madre estará esperándolo y lo recibirá. Si esto no ocurre, el niño puede sentir que cuando se aleja e independiza, puede perderla, y si se separa de ella, siente culpa, tristeza, sentimientos de derrumbe al no encontrar a su madre disponible cuando quiere volver.

Durante esta fase, las actitudes positivas o negativas de la madre hacia el niño, hacen que él sienta esto mismo, hacia sí mismo, y lo que se pueda lograr en la resolución de esta etapa se verá reflejado en su vida futura como adulto.

Más adelante en la vida, llega un momento en que los padres deben dejar a sus hijos crecer y partir, superar esa dependencia y agarrar vuelo a realizar sus propios sueños. A pesar de la separación, el amor siempre estará allí, y una sólida relación de objeto en los primeros años de vida, es lo que le permitirá poder hacerlo.